Noviembre 2011
Tomarse su tiempo...

Cuando llegué a África en octubre del 2009, nunca imaginé que iba a vivir una aventura así. Mi deseo por realizar un proyecto humanitario en Kenia nació en Calcuta, en julio del mismo año. Allí estuve 3 meses como voluntaria donde las hermanas de la Madre Teresa. Y créanme, un pasaje tan corto puede cambiar todas las ideas acerca de la condición humana. Como la de los pobres que, por todas partes del mundo, luchan por su supervivencia. Y también la de la gente de occidente que se abre paso en un mundo donde domina la idea de que poseer es existir.
Fui a Kenia con la intención de ver las cataratas Victoria... ¡ignoraba que se encontraban en la frontera entre Zambia y Zimbawe! La casualidad, el destino o Dios mismo según como se mire me llevó hasta el lago Victoria y la isla de Mfangano. En la playa, a la llegada del barco, pregunté a un hombre dónde se encontraba el hotel... este hombre, sentado bajo un letrero que decía "lodge" era Tom. De este encuentro, nació nuestra primera acción concreta. Todo ello podría verse como un paso torpe según algunos o como un signo del destino para otros, pero para los habitantes de la isla, se trababa de un "regalo de Dios". ¿Y para mí? Era sólo un acto evidente.
Cuando visité Sena con la ayuda del director y con el ánimo de evaluar las necesidades de los alumnos de la escuela, éstos estaban en pleno recreo. Esta visita les llamó la atención. Era difícil mantener este proyecto secreto en una oficina con ventanas sin vidrios. Cuando salí de allí, mientras tomaba un camino polvoriento, un chiquillo que se había escondido detrás de unos arbustos me gritó: "Thank you!!" La voz de este pequeño, que de repente no pude ver, resuena aun en mi mente. Me invadió entonces una energía en ese momento y que me motivó luego a recaudar los fondos necesarios para realizar esta primera obra... Una energía que conservo aun conmigo y que me impulsó finalmente a fundar esta asociación.
Cada paso que hago en Karibu Rêve me aporta muchas cosas. A menudo, encuentro o colaboro con personas que quieren dar un poquito, a veces mucho a este proyecto. Algunos dan de su tiempo, de sus conocimientos, de sus ideas, comparten sus contactos o dan de su dinero.
Durante estos intercambios personales, la magia opera y tal como yo, estas personas constatan en un momento dado un mismo hecho: tomarse el tiempo para dar es otorgarse también el tiempo para recibir. Un lujo que pocos se atribuyen por los tiempos que corren. Así que, si me permiten un consejo: tómense su tiempo...
Anne BARON